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Jorge Denegre Vaught Peña fue un abogado, historiador, bibliógrafo, paleógrafo, bibliófilo, editor, polígrafo y poeta mexicano. Nació en Mamantel, Campeche el 29 de septiembre de 1916 y falleció en la Ciudad de México el 28 de febrero de 1998.
Estudió primaria en la ciudad de Mérida, Yucatán, en la "Escuela Modelo". Poco antes de ingresar al internado peninsular, tuvo una experiencia inolvidable al encontrarse por vez primera en su vida en una biblioteca particular. En su...
Ver másEstudió primaria en la ciudad de Mérida, Yucatán, en la "Escuela Modelo". Poco antes de ingresar al internado peninsular, tuvo una experiencia inolvidable al encontrarse por vez primera en su vida en una biblioteca particular. En su...
Jorge Denegre Vaught Peña fue un abogado, historiador, bibliógrafo, paleógrafo, bibliófilo, editor, polígrafo y poeta mexicano. Nació en Mamantel, Campeche el 29 de septiembre de 1916 y falleció en la Ciudad de México el 28 de febrero de 1998.
Estudió primaria en la ciudad de Mérida, Yucatán, en la "Escuela Modelo". Poco antes de ingresar al internado peninsular, tuvo una experiencia inolvidable al encontrarse por vez primera en su vida en una biblioteca particular. En su caso, la perteneciente al célebre historiador yucateco Eligio Ancona. Cuenta en sus Memorias, que gozó ese día el privilegio de tener en sus manos libros que despertaron su amor por cualesquier impreso, Las mil y una noches, una biografía de David Lívingston, y un libro de aventuras de Emilio Salgari, sobre románticos piratas. Como Vasconcelos, años antes, en su propia tierra natal, en el Instituto Campechano, entonces supo que consagraría su vida a la persecución del ideal de formar una gran biblioteca. Pero, tras esas horas de deleitosa lectura tuvo que despedirse de la hija del Maestro Ancona y lo llevaron ante su madre, la señora Elena Peña Viuda de Vaught --quien se hallaba convaleciendo de una operación en un hospital emeritense-- y luego lo condujeron al internado. En éste encontró en el Director, Don José G. Novelo, un padre afectuoso y severo que imprimió en el niño proclividad al estudio, a la práctica de los deportes y respeto a principios morales, conductas que mitigaron la ausencia del Dr. Thomas Levingston Bayne Vaught , su padre fallecido tres años después de su nacimiento.
Allí mismo, entre otras actividades literarias, colaboró en el periódico El Modelista. Continuó sus estudios en el "Liceo Carmelita", en Ciudad del Carmen, Campeche. Ahí dirigió, en 1934 y 1935, las revistas El Estudiante Carmelita, Iris y Pro Patria. Tal como escribe José Rogelio Álvarez, al describir esta parte de la vida de Jorge Denegre Vaught, La crítica valiente y constante en contra del "reyezuelo" local, al que fustigaba frecuentemente con satíricos artículos que titulada "Los Vampiros del Civismo", le valió el destierro y tuvo que emigrar rumbo a la Ciudad de México junto con su joven esposa, Julia Alcocer Méndez, leal compañera de toda la vida, y su primogénito en sus brazos.3 En el centro de la gran ciudad, comenzó su carrera de librero, al obtener una generosa autorización del entonces Secretario de Educación Pública, el campechano Manuel Gual Vidal, para poner un improvisado tenderete para exhibir libros que previamente había leìdo, en el fondo del patio central del edificio recién inaugurado por José Vasconcelos. Esa modalidad de manifestar el conocimiento adquirido ante profesores, escritores e intelectuales que acudían al edificio sede de la SEP -Secretaría de Educación Pública-, le valió buenas ventas y buenos amigos. Entretanto, continuó sus estudios en los cursos nocturnos impartidos por la Escuela Nacional Preparatoria dentro del Antiguo Colegio de San Ildefonso de la Universidad Nacional recién inaugurada por el ministro Vasconcelos. Posteriormente, cursó la carrera de Derecho (1945-1949) en la misma Universidad Nacional Autónoma de México. Ingresó a la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad Nacional Autónoma de México y tuvo como compañeros a Miguel de la Madrid, Luis Echevarría, Jacobo Zabludovsky entre otros distinguidos estudiantes.
Terminó la carrera de licenciado en Derecho en 1949, con promedios de sólo dieces y únicamente un 9 que impugnó por considerar injusta la evaluación del catedrático, famoso por su proclividad a dar calificaciones bajas o reprobatorias. Algunos de sus colegas fueron no sólo sus cercanos amigos sino clientes, ávidos lectores de los libros que les vendía.
Estudió primaria en la ciudad de Mérida, Yucatán, en la "Escuela Modelo". Poco antes de ingresar al internado peninsular, tuvo una experiencia inolvidable al encontrarse por vez primera en su vida en una biblioteca particular. En su caso, la perteneciente al célebre historiador yucateco Eligio Ancona. Cuenta en sus Memorias, que gozó ese día el privilegio de tener en sus manos libros que despertaron su amor por cualesquier impreso, Las mil y una noches, una biografía de David Lívingston, y un libro de aventuras de Emilio Salgari, sobre románticos piratas. Como Vasconcelos, años antes, en su propia tierra natal, en el Instituto Campechano, entonces supo que consagraría su vida a la persecución del ideal de formar una gran biblioteca. Pero, tras esas horas de deleitosa lectura tuvo que despedirse de la hija del Maestro Ancona y lo llevaron ante su madre, la señora Elena Peña Viuda de Vaught --quien se hallaba convaleciendo de una operación en un hospital emeritense-- y luego lo condujeron al internado. En éste encontró en el Director, Don José G. Novelo, un padre afectuoso y severo que imprimió en el niño proclividad al estudio, a la práctica de los deportes y respeto a principios morales, conductas que mitigaron la ausencia del Dr. Thomas Levingston Bayne Vaught , su padre fallecido tres años después de su nacimiento.
Allí mismo, entre otras actividades literarias, colaboró en el periódico El Modelista. Continuó sus estudios en el "Liceo Carmelita", en Ciudad del Carmen, Campeche. Ahí dirigió, en 1934 y 1935, las revistas El Estudiante Carmelita, Iris y Pro Patria. Tal como escribe José Rogelio Álvarez, al describir esta parte de la vida de Jorge Denegre Vaught, La crítica valiente y constante en contra del "reyezuelo" local, al que fustigaba frecuentemente con satíricos artículos que titulada "Los Vampiros del Civismo", le valió el destierro y tuvo que emigrar rumbo a la Ciudad de México junto con su joven esposa, Julia Alcocer Méndez, leal compañera de toda la vida, y su primogénito en sus brazos.3 En el centro de la gran ciudad, comenzó su carrera de librero, al obtener una generosa autorización del entonces Secretario de Educación Pública, el campechano Manuel Gual Vidal, para poner un improvisado tenderete para exhibir libros que previamente había leìdo, en el fondo del patio central del edificio recién inaugurado por José Vasconcelos. Esa modalidad de manifestar el conocimiento adquirido ante profesores, escritores e intelectuales que acudían al edificio sede de la SEP -Secretaría de Educación Pública-, le valió buenas ventas y buenos amigos. Entretanto, continuó sus estudios en los cursos nocturnos impartidos por la Escuela Nacional Preparatoria dentro del Antiguo Colegio de San Ildefonso de la Universidad Nacional recién inaugurada por el ministro Vasconcelos. Posteriormente, cursó la carrera de Derecho (1945-1949) en la misma Universidad Nacional Autónoma de México. Ingresó a la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad Nacional Autónoma de México y tuvo como compañeros a Miguel de la Madrid, Luis Echevarría, Jacobo Zabludovsky entre otros distinguidos estudiantes.
Terminó la carrera de licenciado en Derecho en 1949, con promedios de sólo dieces y únicamente un 9 que impugnó por considerar injusta la evaluación del catedrático, famoso por su proclividad a dar calificaciones bajas o reprobatorias. Algunos de sus colegas fueron no sólo sus cercanos amigos sino clientes, ávidos lectores de los libros que les vendía.
En efecto, para sostener a su familia y continuar sus estudios, así como para hacerse acreedor de un pequeño fideicomiso que un tío (George Denegre) había negociado con su padre, el Dr. Thomas Levingston Bayne Vaught, y que condicionaba su entrega hasta que demostrara fehacientemente haber terminado una carrera universitaria, se dedicó a la compraventa de libros, habiéndose prometido que en cuanto pudiera tener una librería le pondría"Rabrindranath Tagore" como un reconocimiento al gran poeta hindú, del que era devoto lector. Pronto realizaría ese sueño: en la misma calle de Argentina, en el Centro Histórico, y en el mismo sitio donde fortuitamente se había fundado la primera Imprenta de América, en el S. XVI, allí fundó la "Tagore". Con el intenso estudio bibliográfico que el joven bibliófilo llevó a cabo para fortalecer su negocio librero, acabó por especializarse en Historia de México y otros aspectos de la cultura nacional a los que se consagró con amor patrio.
Reproducción, publicación, estudio y difusión de grandes fuentes[editar]
En 1955 fundó la Editorial Academia Literaria en la que publicó obras históricas mexicanas primordiales. Comenzó esta tarea con la aparición de la crónica de Dávila Padilla con prólogo del inmortal polígrafo y bibliógrafo español Dr. Agustín Millares Carlo --humanista vocacional, latinista insigne, tenaz investigador, paleógrafo solvente, sabio conferenciante, preclaro catedrático, escritor de limpia prosa, Millares Carlo es toda una estelar personalidad en la vida universitaria española, mejicana y venezolana, según palabras de Joaquín Artiles -- y con la publicación de la crónica franciscana de la Provincia de San Pedro y San Pablo de Michoacán escrita por Fray Alonso de la Rea, cubrió la editorial la primera mitad del programa que se fijó para su colección de Grandes Crónicas Mexicanas.
En 1955 fundó la Editorial Academia Literaria en la que publicó obras históricas mexicanas primordiales. Comenzó esta tarea con la aparición de la crónica de Dávila Padilla con prólogo del inmortal polígrafo y bibliógrafo español Dr. Agustín Millares Carlo --humanista vocacional, latinista insigne, tenaz investigador, paleógrafo solvente, sabio conferenciante, preclaro catedrático, escritor de limpia prosa, Millares Carlo es toda una estelar personalidad en la vida universitaria española, mejicana y venezolana, según palabras de Joaquín Artiles -- y con la publicación de la crónica franciscana de la Provincia de San Pedro y San Pablo de Michoacán escrita por Fray Alonso de la Rea, cubrió la editorial la primera mitad del programa que se fijó para su colección de Grandes Crónicas Mexicanas.
Todos los historiadores y estudiosos de la época colonial saben de la extraordinaria rareza de esas obras que eran casi desconocidas.
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